viernes, 23 de julio de 2010

Tun tun...

Mi corazón se ha perdido.
Era negro y brillaba.
Era grande y pesado.
Lo llevaba orgullosamente colgado en mi pecho.

Tenía un corazón y ya no lo tengo,
¿Quién se lo ha llevado? ¿Por qué lo he perdido?

Aprendí a quitármelo en las noches antes de dormir y a no llevarlo a todas partes.
Mi corazón grande y macizo era independiente de mi. Y yo.. ¡y yo que lo he perdido!

Alguien más lo tendrá ahora.
Seguramente lo encontró y lo tomó entre sus manos y no entiende de dónde se ha desprendido.
Es mi corazón, es mío.

Dámelo. No sabrás llevarlo en el momento indicado.
No es tuyo, ya te dije, es mío.

lunes, 19 de julio de 2010

No me quiero. Hoy no.

Todos los días suelo quererme.

Hoy no me quiero.

No me quiero porque:

  • Lo único útil que he hecho con mi día fue hacer ejercicios a las 9 de la mañana.
  • Tomé una siesta de dos horas.
  • Estoy permitiendo que palabras estúpidas y malintencionadas afecten mi percepción sobre mí misma (sólo hoy).
  • No siento ganas de hacer absolutamente nada y me siento culpable al respecto. El sentimiento de culpa es quizá uno de los peores que pueda existir en el interior de un ser humano.
  • Tardé mucho en deshacer el bolso de playa del fin de semana. Hoy la toalla mojada olía muy mal. Qué tipo de desgano es ese? Debí sacarlo todo al llegar ayer.
  • Quise ser el personaje de una "selfish bitch" de una película. Quise no afectarme por involucrarme emocionalmente con alguien, quise ser bella y volver a tener mi flequillo como lo tiene ella, a pesar de que desde hace meses me harté y estoy dejándolo que crezca. Quise que alguien me quisiera como el bobo de la película la quería a ella. Quise que ese bobo amara mi risa, mis dientes, mi corte de pelo y mi manera de vestirme.
  • Pensé que si hacía un video de 'mi vida en un día', demostraría que mi vida es aburrida y a nadie le interesaría ver el resultado. Despertar, caminar 45 minutos con flojera, volver a casa, comer un plato de melón, bañarme, quedarme un rato en bata de baño porque me daba fastidio vestirme, vestirme, dormir 2 horas de siesta, despertar, ir a la universidad a conversar con una amiga y comerme un helado, quedarme esperando por la cola de otra amiga hasta casa... que nunca apareció sino hasta que ya había caminado por las calles ya oscuras de Caracas, llegar a casa, escribir este post en el blog y ahora ver una película: Drácula, de Fancis F Coppola.
Hoy no me quiero porque es lunes diecinueve de julio y veo que sólo tengo hasta marzo para tener una tesis lista, impresa y empastada. Mañana espero quererme de nuevo.

miércoles, 14 de julio de 2010

Los girasoles.

A Sebastián, un niño de pueblo, específicamente de un pueblo llamado Santa Lucía, no le gustaba comer, sólo comía semillas, porque le parecía que si su loro, Sombrero, podía sólo comer eso, él también.

Sebastián corría por el sembradío de lechugas y zanahorias imaginando que un espantapájaros gigante lo perseguía. Corría y corría mientras miraba hacia atrás, se reía porque sabía que estaba escapando airoso del hombre hecho de palos y paja. Como era un niño solitario aprendió a divertirse con la naturaleza y los animales, Sombrero llegó a ser su mejor amigo, creía que conversaba horas con él, mientras que el loro sólo repetía lo que había aprendido a lo largo de sus 15 años: "Hooooolaaaa", " ¡'Chacho, marico!", "Aaaay vaaale", "No sé, no sé".

El niño empezaba saludando:

-Hola Sombrero!
-Hooooolaaaaa
-¿Sabes dónde está mamá Celia?
-No sé, no sé.

Sebastián pone cara de tristeza y mete la cabeza entre los hombros.

-¡'Chacho marico!
-No me digas así Sombrero, que no me gusta, es ofensivo.
-¡Aaaaay vaaale!

Y así iban, parecía como si el niño siempre supiera qué decir para que Sombrero utilizara las mismas frases, independientemente del orden. Pasaban horas conversando, muchas veces Sebastián se lo subía al hombro para que lo acompañara en sus citas con la imaginación en los campos sembrados.

Un día estaba sentado en el porche de su casa compartiendo semillas de girasol con el loro, una el niño, una el loro... ¡comieron una bolsa entera!

En la noche mientras Sebastián dormía empezó a sentir que algo se movía en su estómago, y así lo sintió durante varias noches, pero nunca se imaginó qué sería. Su abdomen se veía cada vez más protuberante y algo empezó a incomodarle en la boca del estómago con el tiempo. Sentía cosquillas cada vez que se hacía consciente de su respiración, le divertía pero a la vez la asustaba. Unas semanas más tarde sentía que algo envolvía su corazón, su pecho se veía más ancho y lo invadía una sensación que describía como "Creo que se me está llenando de luz el cuerpo". Un día hablando con mamá Celia afuera de la casa y con Sombrero en el hombro sintió que esa luz quería salir de él, sentía cómo le hacía cosquillas en la campanita, como él le llamaba, pero no terminó de salir. Así que tras jugar un rato entre las lechugas, se fue a dormir.

Al despertar se sintió extraño, algo delgado y alto, se paró y fue a la cocina a saludar a mamá y se sorprendió al ver que ella soltó la taza que tenía en la mano y la partió en el piso mientras se derramaba el café, la escuchó gritar.

-Mamá, ¿Qué te pasa?
-Hijo, ¿eres tú?
-Claro que soy yo, ¿qué pasa?

Y lo llevó al baño. Al verse en el espejo entendió que ya no era él mismo. Era ahora una flor hermosa, que llenaría su casa de olor a flores y la iluminaría con sus pétalos amarillos con los primeros rayos de luz del día reflejándose sobre él.

Los girasoles no son más que niños malcriados que comen sus semillas. Es su táctica reproductiva, seducir a paladares exigentes para tomar cuerpos y hacerse de ellos. Quizá es por eso que no sólo son bellos y huelen bien, sino que parecen tener una sonrisa asomándose entre sus pétalos.

Moi, je serais la plus belle de toutes... et toi, tu m'apporterais des fleurs!

Mi casa llena de flores. Qué linda se ve, qué rico huele. Blanco, naranja y amarillo.

Cumple años Maca y en su hunor se perfumó la sala, en su honor recibimos una amada visita.

La casa... la casa huele a flores.

martes, 13 de julio de 2010

Ups..!

No es bueno eso, no es bueno exponerse. Es por eso que no reconozco que paso un porcentaje considerable del tiempo pensando en ___. Esa es la razón por la cual no quiero decir que sonrío sola recordándo__. Hay un motivo por el que simplemente no me quiero exponer y es porque, ya se ha dicho, no es bueno estar en desventaja. Y no sé por qué jugamos a estar en ventaja, pero lo hacemos... y aquí, con esto, he caído un punto. No debería tener nada de malo sentir, pero lo tiene, y me jode un poco, porque suelo escribir cosas casi poéticas cuando me dejo sentir. Me lo prohíbo y no lo hago.. y se me salen cosas como éstas, se me salen cartitas rosadas, se me salen las sonrisas y las miradas profundas. Se me salió un pedacito de sinceridad y aquí está... al sol como un trapo mojado. Punto.

sábado, 10 de julio de 2010

Mis hermanos.

La vida me regaló el privilegio de venir al mundo y tener esperándome cuatro hermanos. Cuatro personas maravillosas que han contribuido a que yo sea quien soy 22 años después de haber nacido. Los amo a todos más allá de lo que pueda entender, son las únicas personas en el mundo que están "hechas" de lo mismo que yo, nuestra carne, nuestros huesos, nuestra sangre tienen el mismo código, y aún así somos todos tan diferentes. Tanto física como emocionalmente.
Con uno puedo hablar sobre mis dudas y planes, me da consejos, es el Pepe Grillo de los cinco. Con otro puedo reirme, hacer chistes, jugar y sentir que para él nunca dejaré de ser una niña... y él, a pesar de sus 36, siempre será un niño. Una de mis hermanas es particularmente especial, creo que debimos ser gemelas y ella, accidentalmente, nació sola, de manera que 12 años después vine yo a complementar su mitad y ya tenía yo mi mitad esperándome... nos comunicamos más allá de las palabras, es una relación hermosa y verdadera que trasciende fronteras. Tengo otra hermana a quien amo como al resto, quien es más cercana a mi en edad y a quien físicamente me parezco más...y aún, después de muchos años no logro identificarme con ella, no sé si soy yo, no sé si es ella, pero no somos compatibles. No logramos estar por mucho tiempo cerca sin discutir. Ella no me entiende, ella no sabe quién soy. Es como si para ella yo fuera una persona distinta a lo que soy para el resto del mundo, me menosprecia y no parece conocerme. Creo que no sabe que soy una persona amorosa y cariñosa, creo que no tiene ni idea de lo confidente que puedo llegar a ser, de lo afectiva y comprensiva... de lo paciente que soy. Sólo ve en mi a una persona amargada e intolerante... y es una lástima, porque no lo soy. Tolero sus malas caras y sus malos tratos, acepto su desorden hasta el punto en que ya no puedo callar y le pido que, por lo menos mis cosas, las mantenga tal cual como las ha encontrado. Es muy triste, me resulta muy triste que ella no sepa quién soy y que no aproveche todo lo bueno que puedo darle... odio el estado de negación en el que vive conmigo, quisiera abrirle los ojos y hacerle ver y comprender que no tengo malas intenciones, que no tengo por qué darle risa, que no soy ese individuo corto de mente que cree que soy. Ni soy una inmadura nada más por el hecho de tener sueños disparatados que me gusta contar.
Yo sólo le pido consideración con lo que es mío. Que si toma algo de mi, lo devuelva. Que no haga juicios de valor sin primero verse a sí misma y su actitud ante mi... que ese "pan de Dios" que es delante de otros, lo comparta conmigo.
Yo también le pido a alguna fuerza extraña del universo que nos acerce y nos de ese ingrediente especial para conectarnos en ese no-espacio, no-tiempo que tienen los hermanos en el mundo.
Sólo quiero que se preocupe alguna vez por conocerme... porque por más que me haya visto nacer, no tiene ni idea de quién carajo soy.

lunes, 5 de julio de 2010

Se oculta...



Lo vi moverse poco a poco y me pregunté a dónde iba, quería saber por qué se movía con tanta prisa. Así que me senté a contemplarlo a medida que se dirigía al lugar donde muchas veces lo vi ocultarse. Después de un rato decidí hablarle, ya no me aguanté más y la timidez dejó de dominarme... me dijo que iba a su casa, me dijo también que tiene muchas casas, que depende de dónde se vea y quién lo vea, para cada persona él tiene una casa distinta.
Para mi está detrás de la montaña y cuando se lo dije me contestó que no estaba detrás sino que ESA era su casa. Sí, la montaña.
Entonces entendí todo, se apresuraba en llegar para poder descansar para el día siguiente, porque tenía mucho que hacer, una responsabilidad inmensa: darle luz a la vida de otros. Además, una vez que él se va pueden verse cuerpos brillantes que se mueven también, pero éstos no parecen ir con tanta prisa. Ellos están ahí para darle tranquilidad a otros, para dar otro tipo de belleza al cielo que él, el Sol, ilumina diariamente.

jueves, 1 de julio de 2010

Un cuento... by me.

Tras esas cajas, debajo de ese techo que destila agua de una lluvia que no para desde hace cuatro días, se encuentra ella. Se viste con muchas ropas, no tiene donde guardarlas, así que las usa todas sobre sí para no perderlas. Algunos dicen que está loca. No, ella está cuerda.

Su vestimenta le pesa, se refugia en el techo ondulado que gotea y gotea. Tiene pocas pertenencias; las ya mencionadas y una cámara, una antigua Canon del 75. Todavía funciona. El poco dinero que consigue lo usa para comprar películas, y en los bolsillos de sus ropas posee una colección de ellas sin revelar. Lo que su ojo ve a través del visor se plasma en los negativos, las luces y las sombras hacen figuras que quién sabe cuándo podrá ver copiadas en papel.

Sabe que ese día llegará.

Una tarde, después de que cesó la lluvia, decidió salir de nuevo a fotografiar la vida. A llenarse la mirada de recuerdos, a suspirar por los ojos, a sonreír por dentro.

Tenía que ser muy selectiva, sólo tenía 12 oportunidades y tenía que espaciarlas en varios días. Observaba mucho, se sentía tentada a fotografiarlo todo, pero no, no podía. Su tema favorito era el retrato, creía que la mirada de las personas decía más que cualquier otra cosa, pero le era complicado hacer este tipo de fotografías porque a la gente no le gustaba que se acercara tanto, la rechazaban por su aspecto… Si supieran que era sólo una chica que había tenido muy mala suerte y que detrás de ese montón de ropa y de tanto pelo en la cara, se encontraba ella misma, llena de sabiduría, con una sonrisa hermosa.

Consiguió, a unas calles de su refugio, otra persona como ella. Era un hombre, también llevaba muchas ropas encima, pero su fuente de alegría no era una cámara sino un instrumento extraño que parecía una tortuga gigante, emanaba una melodía que hacía pensar que se trataba de un instrumento de cuerdas o de arco… y no, era percusión, armoniosa percusión.

Lo escuchó tocar un largo rato, cautelosamente se fue acercando, y justo cuando sus miradas se cruzaron y se detuvieron un instante que duró 25 latidos de corazón, ella sacó su Canon del 75 y accionó el disparo que tanto esperaba accionar desde hace días. Él dejó de tocar, la tomó de la mano y la acercó a él, la abrazó y la sintió llorar.

- Llevaba años buscándote, sabía que un día te encontraría, pero aparentemente me has encontrado tú a mi. ¿Dónde has estado? – dijo él.

- Huyendo de ti.

La chica se levantó, colocó la cámara sobre unas cajas, ajustó el enfoque y el disparador automático. Le dijo:

- Pon tu mejor sonrisa, que esta fotografía marcará el nuevo inicio de nuestra vida.

Así fue, sonrieron. Contaron sus monedas y se fueron a revelar la película que sólo tenía dos fotografías, no les importó perder el resto.

Ella decidió dejar de huir, él ya no tenía por qué buscarla. Volvieron a su antiguo hogar, que ahora estaba lleno de polvo. Pegaron ambas fotos en la pared y volvieron a abrazarse sentados en el suelo.